Los médicos del Estado no vacunan, ni dejan que otros lo hagan, debemos esperar pacientemente que algún día lleguen nuevos y mayores lotes de vacunas de la China, para que terminen las primeras etapas que comprenden militares, policías, bomberos y serenos.
El sector privado no puede importar y aplicar directamente la vacuna debido a que eso podría alterar el proceso establecido para la vacunación, dijo Oscar Ugarte y se enmendó la plana a sí mismo. No habló del acuerdo secreto con los fabricantes chinos, ni del precio.
El ministro de salud había anunciado, en un programa de televisión, que el sector privado podría participar en el proceso de vacunación, pero luego de aclararse a sí mismo se entiende que el sector privado puede ayudar cargando las cajas o transportando a los médicos, nada más.
Relegar al sector privado a la condición de ayudante revela nuestra triste realidad, quedamos en manos de los responsables de quienes hasta el momento han señalado el derrotero en la lucha contra la epidemia, con los lamentables resultados que todos conocemos.
Impedir que el sector privado intervenga en aquello que el Estado ha demostrado su completa incompetencia, pudo haber sido la mejor manera de superar una situación que nos ubica como los últimos del continente, ahora en vacunación.
En el fondo temen que al abrir la puerta a la libre importación de vacunas, podríamos tener en pocos días las que necesitamos, en menor tiempo, mejor que las chinas y más baratas. Está demostrado que son torpes para comprar oxígeno, camas UCI, respiradores y todo aquello que médicos y enfermeras reclaman. El Estado debe apoyar a los privados en su empeño por resolver juntos la demora en las vacunas. Las ideologías nos están matando.
Entonces nos encontramos con una nueva versión del perro del hortelano, pero no de los amores de Teodoro, Marcela y la Condesa Diana, de la comedia de Lope Félix de Vega Carpio.
La de ahora es una tragedia de equivocaciones que comienza por confiar el poder a personas que anteponen intereses políticos a la obligación de velar por la vida, es la muerte de gente inocente traicionada por sus propios gobernantes, es la contabilidad de la corrupción y del saqueo de los dineros públicos, el festín de las mafias brasileñas, el costo de la danza mortal de los mentirosos, el balance de caviares empachados de soberbia.