Los comandantes generales del ejército y de la aviación, generales José Vizcarra y Jorge Chaparro, que acaban de pasar repentinamente al retiro, denunciaron coincidentemente haber recibido indicaciones del ministro de defensa Walter Ayala y del secretario de la presidencia de la república Bruno Pacheco, para alterar los cuadros de ascensos en sus respectivos institutos.
Siempre se ha hablado de injerencia política en estas decisiones, que tienen que ver con el futuro de oficiales militares que ocupan altos cargos en sus instituciones, pero nunca como el escándalo que esta vez le cuesta el puesto cuando menos al ministro de defensa.
Para entender la gravedad de la situación hay que conocer algo de la carrera militar. Se trata de algo sumamente competitivo, desde el momento que postulan para ingresar a la escuela de oficiales.
Se forma un cuadro de méritos que tratan de conservar a lo largo de los años y solamente se altera por motivos de fuerza mayor como el retiro del oficial por múltiples causas de carácter personal como enfermedades, accidentes, asuntos familiares o decisiones que corresponden al ámbito de su vida privada.
Después pasan años, toda su vida, compitiendo con sus compañeros de armas y con ellos mismos, en esa disputa constante que es la pugna por los ascensos.
Alterar el cuadro de méritos cuando están llegando a la cúspide de esa pirámide resulta no solamente injusto sino hasta delictivo.
El ministro de defensa saliente y tal vez alguien más debería ser procesado judicialmente para esclarecer este nuevo capítulo vergonzoso del gobierno del profesor Pedro Castillo.