En los diarios existen personajes dedicados de lleno, cama adentro, a las noticias. Suelen ser callados, estudiosos, pensantes, inteligentes como tienen que ser quienes se dedican seriamente a escudriñar la verdad entre la maraña de información que llega todo el tiempo, de todas partes.
Uno de esos personajes, que conocí en el diario “La Industria” de Trujillo, es Carlos Gonzáles, dedicado ahora de lleno a la docencia, tengo entendido. Por favor corrijan si me equivoco.
Dejé de verlo hace 20 años cuando la ruleta de la vida me sacó de esa ciudad y nos despedimos con sinceros deseos de éxitos que supongo lo acompañan.
Buscar la verdad en el laberinto de las noticias requiere de paciencia y de tener los cinco sentidos concentrados, sin prejuicios ni ideas preconcebidas. Y es que, para calificar los noticias -una de las tareas más delicadas en los medios de comunicación- se requiere tener la mente fría y la experiencia que solo se consigue con años en el mismo oficio.
Carlos era de los que desde temprano anticipaba la temperatura del día, a veces cargado de política, otras veces bañado por la sangre de una desgracia, aplastado por algo que ocurrió en Lima o hundido aún más por el impacto indiscutible de una gran noticia de impacto internacional, mundial.
Alguien tiene un radio encendido para escuchar noticias mientras un televisor salta por distintas emisoras y el teléfono timbra insistente y es la misma madre desesperada reclamando ayuda para que operen a su hijo, no la escuchan en el hospital, llora y se queja.
Carlos sabe que la sesión en el municipio está caliente por millones que se juegan en decisiones que pueden anteponer intereses políticos sobre la urgencia de los más pobres y en el congreso, en Lima, pueden decidir la suerte de un ministro sometido a una dura interpelación.
Goooool grita el de deportes y el resto le pide que se calle, que no moleste, que a nadie le importa y una guapa reportera entra entusiasmada y adelanta que tenemos la mejor primicia de muchos años, es la nota abridora, proclama.
Carlos sonríe, sigue escribiendo la nota que comenzó temprano y debe terminar rápido, porque está próxima la hora de cierre de otra página más.