Trabaja como editor de videos para una estación de televisión y lleva en la sangre ese espíritu que heredó de su padre, mi buen amigo Ilpidio, para conocer y contar la verdad de todo lo que sucede a su alrededor.
También es camarógrafo, productor y director de finos documentales e ingeniosos reportajes con esa mirada joven y fresca de las nuevas generaciones.
Creció de la mano de las modernas tecnologías y navega con ellas en el océano de las noticias acompañado de Nadia, su esposa, con vertida en su principal estímulo.
Me sorprendió siempre con sus calificaciones, las mejores ahí en los distintos lugares a los que acudió en busca del conocimiento necesario para desarrollar eso que ahora domina con maestría.
Ha ganado premios nacionales como camarógrafo y editor y recibió el premio Kodak a mejor fotografía iberoamericana, España 1997.
Hace unos pocos días me volvió a sorprender con la publicación de “Los años sin sombra” un libro con 14 cuentos “bajo un mismo cielo”.
Incursiona como buen comunicador, en la narración de historias que mezclan realidad con ficción para revelar y dejar constancia de cómo piensan y se expresan los muchachos que también tuvieron que crecer escuchando el sonido de las bombas y sintiendo el dolor de las muertes cercanas.
Seguramente, sospecho, revolotean en su mente esos mismos cuentos vestidos de imágenes y sonidos reales, que no me extrañaría verlos un día en la pantalla de mi televisor.
Miguelito es un talento, como hay muchos en las televisoras nacionales, escondido en una isla de edición aguardando el momento para proponer una idea diferente a la de todos los días.
Hay que leer los años sin sombra, de la editorial Garamond, que ha hecho posible este agradable aporte a la literatura nacional.