La izquierda acostumbra fabricar mentiras para después, en base a esas mentiras, emprender campañas políticas buscando aplausos y adhesiones.
No sería tema de preocupación salvo que luego, a partir de estas mentiras, se adoptan decisiones políticas que afectan directamente a los implicados y a todo el país. Se convierte en método, en sistema para echarse abajo la economía nacional y el sistema político.
Le escuché decir a un general en situación de retiro que supuestamente criticaba la reforma agraria de Velasco, sin embargo –dijo- había que reconocer despojó de sus tierras a doce familias que eran dueñas de la mayor parte de propiedades agrarias del Perú.
Eso es un tremendo error. Es una gran mentira. De 1969 A 1979, que fue lo que duraron los gobiernos de los generales Juan Velasco y Francisco Morales Bermúdez, expropiaron haciendas y fundos a miles de grandes, medianos y sobre todo pequeños propietarios.
Fueron más de 20 mil empresarios perjudicados a quienes se les arrebató la propiedad y hasta el día de hoy no les pagan, pese a que así lo disponen todos los mandatos judiciales, en todas las instancias nacionales e internacionales.
La deuda de esa atrocidad cometida por Velasco es tan grande que resulta impagable. No fueron 12 familias como absurdamente se sigue repitiendo, fueron miles que ya murieron. Sus herederos son dueños de “bonos” que no pueden cobrar y los herederos de los beneficiarios poseen las tierras y las subdividen en millones de minifundios que venden como mejor les parece.
Las grandes haciendas fueron cooperativizadas y luego privatizadas por decisión de sus socios. Las grandes cooperativas y sociedades de interés social desaparecieron, fueron un fiasco. Cada individuo prefirió ser dueño de su lote y disolvieron, por decisión popular, asociaciones contra natura, impuestas a la fuerza.
Fue un desastre por donde se le mire, al extremo que después de medio siglo se anuncia una segunda reforma para hacer lo que no pudo concretar la primera. El anuncio en sí mismo es una admisión del fracaso de la primera. No modernizaron el agro.
La segunda reforma nada tiene que ver con pagar a los expropiados, a los despojados de sus tierras, a los que abusivamente les quitaron el fruto del esfuerzo de varias generaciones de familias trabajadoras.
Por culpa de la reforma el agro dejó de ser el primer contribuyente, para convertirse en eterno mendigo que reclama, todo el tiempo, más dinero del presupuesto público. Trastocó completamente la economía nacional.
No se cansan de repetir, engañosamente, que somos un país agrario y no somos capaces de producir trigo, soya, ni maíz duro (entre otros) que debemos importar en millones de toneladas, para satisfacer la demanda nacional.
Con el pretexto de reformas, como la agraria, se habló de revolución y una casta voraz de burócratas destruyó la riqueza agraria construida durante siglos.
En nombre de la revolución acabaron con la libertad de prensa y expropiaron todos los medios de comunicación.
Estatizaron la pesca y dejamos de ser primeros exportadores de harina y aceite de pescado.
Estatizaron el petróleo y hasta hoy seguimos siendo grandes importadores.
Estatizaron los teléfonos y había que hacer cola tres años para conseguir una línea.
Estatizaron el azúcar, el arroz y la leche y nos convertimos en grandes importadores.
Es hora de borrar mitos y mentiras promovidos por ideologías fracasadas, promotoras de dictaduras que imponen políticas de hambre y miseria como en Cuba y Venezuela.