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sábado, noviembre 23, 2024

EL MURO QUE NUNCA EXISTIÓ

Hay algo que los marxistas no aceptan, prefieren ignorar y borrar de la historia y es la caída del Muro de Berlín, tema del que me ocupo cada vez que veo como algunos avispados niegan la historia y hasta proclaman públicamente la capacitación o adoctrinamiento en “escuelas de marxismo”.

Entonces es oportuno comenzar por el principio, por la razón que motivó la construcción del Muro, que no fue otra que impedir la fuga de los ciudadanos de la Alemania comunista hacia la Alemania capitalista.

Para los rojos el Muro nunca existió.

Más de dos millones de personas habían cruzado la frontera entre las dos Alemania huyendo de la dictadura del proletariado, escapando del marxismo leninismo, fugando del comunismo, cuando a los rojos se les ocurrió construir esa maldita pared, para impedir la fuerte migración.

Huir del comunismo no es novedad. Más de cinco millones de venezolanos que escapan del régimen comunista son la mejor demostración.

Otro tanto escapó de Cuba en los sesenta años de dictadura comunista, algunos de ellos vinieron a dar al Perú. En abril de 1980 miles de cubanos ocuparon la embajada peruana en La Habana y apenas 850 consiguieron venir a nuestro país, mientras otros protagonizaron lo que después se conoció como el Éxodo de Mariel.

Entre abril y octubre de 1980 salieron de Cuba, desde el puerto de Mariel rumbo a Miami, más de 125 mil personas desesperadas en busca de asilo político.

Huir del fracaso comunista ha sido y seguirá siendo mientras exista, la demostración que el marxismo-leninismo no funciona como sistema de gobierno. La promesa de llevar justicia y bienestar a los más pobres nunca se ha cumplido.

Las cúpulas dilapidan las riquezas del Estado mientras el pueblo mira resignado la subida del dólar, del precio del pollo y del acelite y la falta de pan en sus mesas.

Europa del Este, la Unión Soviética, Cuba y Camboya, Corea del Norte, Nicaragua y Venezuela no son coincidencia. Tienen el común denominador del marxismo en sus pupilas. Es el ADN de Lenin.

Marx bautizó como plusvalía a la diferencia entre el valor generado y el costo de reproducir la fuerza de trabajo, y dijo que los capitalistas son explotadores y que su único mérito es ser dueño de los medios de producción y por eso esos medios deben estar en propiedad del Estado.

No reconoce para nada el rol que cumplen los empresarios, la iniciativa privada, la gestión, la imaginación, la inteligencia y capacitación. No admiten el enorme valor de la creatividad, la visión y el valor de la oportunidad, la acumulación de conocimiento y de experiencias, la perseverancia, la tecnología, ni el precio de la audacia.

En la doctrina de la plusvalía se sostiene la lucha de clases como una acción política dirigida a eliminar al adversario, mediante el asesinato impune, el terrorismo y las nacionalizaciones, las expropiaciones.

Si eliminan la propiedad privada por ser la culpable de toda explotación, entonces gana la sociedad que se beneficia con esa riqueza. No entienden que sin iniciativa e inversión privada no queda nada. China pudo salir del subdesarrollo cuando abandonó estos dogmas marxistas y permitió la inversión privada extranjera. Dio la bienvenida a las más grandes empresas transnacionales y hoy disputa el liderazgo entre los países capitalistas.

La economía comunista fracasa debido a que los primeros que huyen de la dictadura, de la falta de libertad, son los empresarios, la gente con imaginación y pasión por el trabajo, promotores de la superación y el progreso.

En todos los países en los que se ha implantado el marxismo leninismo, la economía ha desencadenado crisis que perjudica a los sectores más vulnerables. Falta de empleo, de alimentos, medicinas y buena educación. El fracaso del marxismo leninismo, del comunismo, es universal.

Implantar escuelas de marxismo es como enseñar a los pobres el camino más rápido para el suicidio colectivo. Así duele menos.

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