El 10 de febrero del 2001, comenté en el diario La Industria de Trujillo, el pedido de la Asociación de Agricultores Expropiados por la Reforma Agraria, presididos por Luis Rabines, a quienes se le quitó sus tierras a cambio de bonos que “licuó” la hiperinflación.
En La Libertad hubo alrededor de 350 hacendados, de los cuales cerca de un centenar, agrupados en esta asociación, pedían les den facilidades para poder negociar estos bonos o hacerlos valer en operaciones financieras, en cancelación de impuestos, en la importación de maquinaria o insumos o que de alguna forma sirvan para acceder a créditos en entidades extranjeras, que tienen fe en ellos (los hacendados) y su habilidad para hacer producir la tierra.
Comentábamos que ellos tenían confianza, optimismo y esperanza en el gobierno de Valentín Paniagua y el tiempo les dio la razón. Sosteníamos que el país y la historia tenían una deuda con ellos el Tribunal de Garantías Constitucionales les dio la razón.
Los bonos de la reforma agraria tendrán que cancelarse a precios actualizados y no a su valor nominal, como señalaba una ley contra la que se interpuso una demanda en 1996 y que el tribunal acaba de declarar inconstitucional.
Pero el Estado aún no ha pagado el 60% de la deuda agraria y se enfrenta ahora ante una difícil situación, puesto que todos sabemos de la carencia de recursos fiscales para atender múltiples necesidades de la población.
La doctora Delia Revoredo explicó que la decisión del tribunal se sustenta en que el derecho a la propiedad es inviolable y que el precio que se pague por una expropiación, debe ser justo y además debe haber una reparación, una compensación.
La decisión del tribunal constitucional garantiza a plenitud el derecho a la propiedad y restablece el orden jurídico. Le corresponde ahora al Poder Judicial y al gobierno determinar los mecanismos para hacerlos efectivos en el más breve plazo posible.
Supongo que con estas noticias los ex hacendados expropiados por la reforma agraria de La Libertad, estarán muy contentos. La confianza y la esperanza es lo último que podemos perder y nuestro optimista amigo Luis Rabines nunca las perdió.
Publiqué este artículo en “La Industria” de Trujillo hace más de 20 años y la situación sigue igual o peor, los expropiados de la reforma agraria no cobran por los predios que les quitaron, solo algunas excepciones y extranjeros. La mayoría de los titulares ya murió. Ese es el problema de las expropiaciones que parecen guiñarle el ojo al profesor Pedro Castillo.