Camino a Pachía está el distrito de Pocollay, hoy unido a la ciudad de Tacna como una prolongación, construida con el empuje de urbanizadores y emprendedores que supieron aprovechar amplios espacios cedidos por la escasez de agua para el riego de sus chacras y poca rentabilidad de sus cultivos.
De niño lo visitaba con frecuencia invitado por un compañero de estudios heredero de uno de esos fundos y me permitían subir a sus árboles de peras verdes y pequeñas que solamente he podido saborear en Tacna.
Llegaba en bicicleta y competíamos entre los callejones y acequias como una carrera de cross country, cuando no teníamos ni idea que se convertiría en un deporte popular en todo el mundo.
Este amigo viajó a Lima para ser general del ejército y estoy seguro que lo logró, como muchos paisanos que con el patriotismo propio de los tacneños abrazan el uniforme de la patria para honrarlo con sacrificio y amor al Perú.
Otro de mis compañeros de estudio era Tito Rejas(+) hijo de los propietarios de un restaurante de comidas típicas, esas que se acompañan siempre con vino de chacra. El picante, cordero a la parrilla, cazuelas, cuyes y adobos siguen siendo parte de un menú variado y económico en El Hueco.
Almorzar en la campiña abre la posibilidad de respirar aire puro y me temo debe ser uno de los tantos negocios afectados por una epidemia que los obligó a cerrar sus puertas y reabrir luego con limitaciones de aforo y ausencia de turistas chilenos que llegaban atraídos siempre por las bondades de la cocina peruana.
Ahora existen numerosos restaurantes y hoteles que deben estar corriendo igual suerte, confiando que la Virgen de la Peñas y el Señor de Locumba se acuerden de un pueblo que ya sufrió bastante en su historia pero que ha sabido vencer siempre la adversidad.
Si vas por Tacna no te olvides de Pocollay, donde está asegurado el aire puro del campo, el picante de guata, el vino de chacra y el cariño de gente hospitalaria y patriota.