Proclamado Pedro Castillo Terrones como nuevo presidente del Perú, a los peruanos no nos queda más que reconocer su triunfo, aunque permanezcan dudas sobre la transparencia de un proceso lleno de irregularidades.
Los peruanos verdaderamente demócratas debemos apoyar al nuevo presidente y no caer en otra de las luchas fratricidas que vivimos gran parte de estos 200 años que deberíamos celebrar.
El lunes me adelanté unas horas con un comentario verbal en el que sostuve lo mismo que luego la propia candidata de Fuerza Popular y el presidente del Jurado Nacional de Elecciones sostuvieron en senda intervenciones.
A estas alturas no hay nada que pueda cambiar este resultado, las denuncias e investigaciones sobre actos vinculados al supuesto fraude deben seguir su curso y si hallan responsables éstos tendrán que pagar sus culpas ante la justicia, pero el resultado es inamovible.
Una actitud responsable y madura, de todo buen demócrata es apoyar al nuevo presidente, sea o no sea nuestro candidato. Terminado el proceso electoral debemos estar ahora unidos para enfrentar juntos la epidemia del COVID 19, que ha cobrado más vidas que la guerra con Chile y el periodo de terrorismo juntos.
Los políticos deben estar unidos para trabajar juntos en la reconstrucción de una economía seriamente afectada por la epidemia y la impericia de autoridades improvisadas, fruto de acrobacias legales antes que del voto popular.
Debemos dejar esos últimos lugares mundiales en el tratamiento de la epidemia, construir los hospitales que nunca se construyeron o quedaron a medio camino por culpa de la corrupción.
Igual debe suceder con los colegios que se dejaron de construir por dedicar los dineros públicos a sostener una casta corrupta de asesores, consultores y promotores de ideologías foráneas.
Debemos avanzar con la infraestructura pública para mejorar la salida de nuestros productos a los mercados mundiales y explotar la riqueza minera, con las reglas de juego que mejor respete el medio ambiente, su relación con las comunidades vecinas y los derechos de los trabajadores.
Miremos el resultado con optimismo, sin revanchismo y con la idea de no caer en los mismos errores que 200 años frenaron el desarrollo nacional y marginaron a comunidades postergadas.