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sábado, noviembre 23, 2024

IGNACIO NOA USCAMAYTA

En el diario Correo de Tacna hubo varios chatos, parecía una competencia. Un administrativo (Lucho Barrios), dos linotipistas (Lucio Arce y Moises Linares) y el fotograbador (Raúl Sierra) perdían al lado del fotógrafo más bajo de estatura que he conocido en mi vida, que daba preocupación cuando lo veía salir con una enorme cámara y la caja del flash que llevaba colgada en bandolera.

Parecía nervioso cuando recibía las comisiones del día, llegaba a transpirar y entonces opté por darle los encargos por escrito para evitar las malas interpretaciones.

El chato Noa crecía en el lugar de los hechos y con mucha calma y frialdad buscaba el mejor ángulo y si necesitaba una silla no tenía empacho subirse a ella u otro mueble para conseguir un mejor ángulo, la mejor toma, la mejor fotografía.

Era un chato feliz y supongo sigue así. Es de los muchos compañeros de trabajo, amigos a los que voy perdiendo el rastro por mi culpa, por alejarme tanto tiempo de Tacna, tanto que ahora se me hace difícil volver.

No se quedaba callado, temeroso y firme en sus expresiones, relataba lo que alcanzaba a conocer de la noticia y nos ayudaba a entender lo ocurrido con una mirada distinta a la del reportero que redacta la nota.

Estar en el lugar de los hechos es una obligación de los reporteros gráficos, que los redactores pueden sortear con una llamada telefónica. La foto es irreemplazable y confirma el dicho, vale más que mil palabras.

No me olvido de Ignacio Noa, ni de Javier Zeballos, discípulos de Walter Padovani, durante buen tiempo reporteros gráficos con los que tuve la suerte de trabajar en Correo.

A Ignacio Noa Uscamayta un saludo cordial, allí donde se encuentre y el grato recuerdo del periodo compartido.

 

 

 

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