Cuando todo parece estar dispuesto para entregar la posta para lo que será un primer periodo jurel, rumbo al socialismo, intento hacer un rápido balance de lo que significó el breve periodo caviar que está por terminar.
Dos tareas le encomendaron a Francisco Sagasti cuando hace ocho meses el congreso le encargó el despacho de la presidencia de la república: apurar la vacunación contra el Covd-19 y garantizar elecciones transparentes.
Lo primero que se supo de este su gobierno transitorio fue el pase al retiro de cerca de 20 generales de la policía, en una más de sus numerosas reorganizaciones. Ya son tantos los abusos contra los policías que el congreso de la república ha tenido que aprobar recién una ley que busca proteger y garantizar la institucionalidad, la profesionalización, el cuadro por orden de mérito de la carrera y que el personal policial no esté sujeto a la voluntad del titular de turno.
En el congreso el Ejecutivo apuró una nueva ley para el ministerio de educación y el intento de reorganizar los institutos armados chocó con un frenazo que por el momento bloqueó las intenciones del comunismo de terminar de humillar a quienes derrotaron a Sendero Luminoso y el MRTA.
Respecto a las vacunas hay que reconocer que desenredó la madeja de torpezas lindantes con la corrupción que mantenían a nuestro país rezagado en el programa mundial y de cero vacunas, como recibió la posta de Vizcarra, pasó a un proceso con deficiencias que cubre las expectativas de gran parte de la población.
Es en el tema de las elecciones donde el gobierno de Sagasti fracasó totalmente. No pudo disimular su inclinación por el candidato de la izquierda radical y adelantó opinión al decir que las elecciones fueron limpias y transparentes, cuando para dos tercios de la población existen numerosos indicios de fraude.
La comunidad internacional se muestra asombrada por la audacia de quienes tramaron este robo a la voluntad popular y esta traición a la democracia. Salvo unos pocos gobiernos de políticos de izquierda, el resto aguarda expectante el resultado del fraude.
Una denuncia penal contra Sagasti por instigación al delito contra la voluntad popular y alteración del resultado de la elección y contra miembros del sistema electoral lo puede llevar a prisión tarde o temprano, salvo que en estos días asuma una decisión que demuestre que realmente desea saber la verdad respecto a una elección viciada, en el más grande fraude electoral jamás cometido en nuestro país.