Murió Jorge Hugo Girón Flores, el loco Girón, y pese al peligro de convertirme en comentarista de cementerio no puedo dejar de escribir unas líneas para un amigo de muchos años, de toda una vida.
Publicaba revistas, poemarios y pequeños libros que eran su principal sustento desde que en los años 70 editó un libro con extractos de la “Historia de la República”, que con autorización de Jorge Basadre se aventuró a imprimir y luego no sabía cómo vender.
Otro amigo y vecino, Torres, nos prestó una pequeña oficina en el centro de Tacna para de ahí dirigír a un grupo de jóvenes vendedores que en pocos días logró colocar más de mil libros y así ayudé a salvarlo de un desastre económico.
Años después recibí paquetes con poemarios y revistas en las que reproducía opiniones de críticos radicales sobre la actuación del Perú en la guerra, el golpe de Morales Bermúdez, la reforma agraria, la expropiación o privatización de las empresas.
Hace pocos meses me invitó David Cárdenas, amigo y colega, para que lo acompañe en su juramentación como Secretario General de la Federación de Periodistas de Tacna y dicte una breve conferencia sobre la forma como se mide la libertad de prensa en el mundo.
Asistió Jorge Hugo y tuvo la amabilidad de felicitarme y recordarme que también él me ayudó a vender algunos ejemplares de “El shock del chino”.
Con Víctor Hugo aprendí que pueden pasar muchos años y los amigos nunca olvidan los favores. Me devolvió con creces aquel que le hice cuando conseguimos popularizar, siquiera en parte, lo que escribió Basadre sobre nuestra querida tierra.
Si fue coronavirus, no importa. Lo fatal es que se fue un loco amigo, loco por los libros, por la poesía, por su manera de entender la política, por su manera de entender la vida.
Locos como Girón quedan muy pocos, tal vez es uno de los últimos de una generación que creció con la idea que los libros nos sacan de la ignorancia, de la pobreza de conocimientos. Descansa en paz Víctor Hugo. (07-05-20)