La realidad virtual es un entorno de imágenes creadas mediante tecnología informática que ha revolucionado, otra vez, la industria del entretenimiento. Ocurre, sin embargo, que la nueva tecnología es la última y más avanzada herramienta educativa.
Los usuarios deben colocarse un casco o gafas especiales, guantes y hasta ropa diseñada para sumergirse en la realidad virtual y experimentar la sensación de estar dentro y ser partícipe de las escenas que observa con extraordinario realismo.
Como herramienta educativa permite el dictado de clases dedicadas, antes de la pandemia, a talleres de aprendizaje y somete a los estudiantes a enfrentar problemas o situaciones que parecen reales y poder evaluar su capacidad de respuesta para solucionarlos.
Se puede apreciar la actitud del estudiante ante estas situaciones, la precisión de sus decisiones y el tiempo que demora en adoptarlas de manera satisfactoria.
Una de las formas más habituales de integrar la realidad aumentada en educación es a través de marcadores en los libros de texto. En algunas universidades del país han comenzado a usar el nuevo recurso educativo, especialmente en clases de medicina humana y navegación aérea.
Sin embargo, esta tecnología de uso cada vez más frecuente en los centros de estudios superiores de otros países, es ajena a la mayoría de las universidades, públicas y privadas de nuestro país.
La realidad virtual es un avance pedagógico ajeno a la realidad nacional, que en muchos casos sigue usando tiza y pizarra como en el siglo XX.
Nuestras limitaciones económicas están empantanadas en la satisfacción de formalismos administrativos, antes que en el avance tecnológico del mundo moderno.