Recordé ayer una expresión cuyo significado tiene que ver con la aceptación o rechazo automático de algún acuerdo, encargo u orden, que se acata o descarta de inmediato y no acepta discusión.
Cuando me pongo a explorar sobre su origen me doy con la sorpresa que tiene que ver con una famosa comedia española “Canelita en rama” que fue llevada al cine en 1943.
Trata sobre la vida de una bella gitana que es educada en un convento y vuelve a la hacienda de su padrino, un conde que al igual que su hijo se enamoran de la muchacha. Amor aparentemente imposible puesto que el hijo podría ser su hermano.
En una parte de la comedia interpretan la canción que da origen al refrán:
“La cabeza como un huevo
Tenía don Valentín
¡Ay mi don Velentín!
Y se ha puesto como nuevo
comprándose un peluquín.
El día que lo ha estrenao
a una niña se declara;
y ella dice que ha notao
que tiene una cosa rara.
La madre dice: ¡hija mía!
Como viene con buen fin
Andando a la sacristía
¡y ni hablar del peluquín!
En estos días la frase “ni hablar del peluquín” no es de uso frecuente como en mi juventud y supongo por razones obvias: se ha perfeccionado la producción de pelucas postizas y muchas veces resultan imperceptibles y la calvicie es también una moda entre algunos varones que prefieren raparse la cabeza.