Destinar el 40% del canon minero para ser entregado directamente a los pobladores de las regiones en las que se ubican las minas es el más novedoso de los anuncios hechos por la candidata Keiko Fujimori en el debate que sostuvo en Chota.
La promesa encierra una serie de cambios que influirán radicalmente en la conducta de las poblaciones cercanas a los centros mineros.
Seguramente será perfeccionada en el camino y contemplará proporciones en función a la mayor o menor cercanía al centro minero.
Inmediatamente han aparecido críticos a la propuesta. Uno de ellos reclama que ese 40 % debería distribuirse entre las regiones que no reciben canon minero.
Y efectivamente existen regiones que no gozan del canon minero, debido a que sus poblaciones se oponen al desarrollo de actividades mineras en su zona. Minerales y otras riquezas naturales hay en todo el Perú.
Otros critican la propuesta por considerarla que sería algo igual a los bonos que regaló Vizcarra y continúa entregando Sagasti, pero no es así.
Los bonos salen del presupuesto público, no tienen más sustento que la necesidad de ayudar a los más pobres para que afronten la epidemia.
La distribución del canon es otra cosa. Va de la mano con la mayor o menor recaudación por la venta del mineral. A más producción mayor será el aporte.
Los presidentes o gobernadores regionales rechazan algo así, debido a que quieren ser ellos los que administren el dinero y la enorme cantidad de corrupción descubierta precisamente en este campo motiva el surgimiento de propuestas que lleguen al bolsillo de los ciudadanos.