La agenda caviar, de la ideología de género, trae un paquete de cambios que no admiten discusión, las imponen a las buenas o a las malas y luchan como si con ellas pudiesen resolver los problemas de hambre, desempleo e inequidad, como si con ideología vamos a salir del subdesarrollo.
Consiguieron el aborto libre en Argentina, por el que venían peleando desde que comenzaron hace años con el cuento de la violación, para finalmente dejar los pretextos a un lado y convertir en ley lo que no es otra cosa que la legalización del genocidio.
Como en otros países, en el Perú hablan del uso del aceite de mariguana medicinal, que apruebo y aliento, debido a que soy un convencido que ayuda para el alivio del dolor de personas que padecen enfermedades como esclerosis múltiple, epilepsia, cáncer, sida, glaucoma o inflamación intestinal.
Otra cosa muy diferente es el uso recreativo de la mariguana debido entre otras razones a que es mucho más adictiva que el alcohol y el tabaco. Las consecuencias las pueden comentar voceros de instituciones como Cedro, con estudios minuciosos de su avance y consecuencias.
La mariguana es culpable de numerosos casos de esquizofrenia que se desata en consumidores prisioneros de una adicción que los conduce al consumo de otras drogas.
Cuando hace un tiempo advertí que con un gobierno caviar se venía todo esto, no me equivoqué. Se equivocan quienes confunden modernidad con la imitación de malas costumbres de sociedades decadentes y corruptas. Drogas y aborto no son el camino al desarrollo
Se esmeran en promover el consumo de drogas en lugar de investigación científica en universidades o estimular manifestaciones artísticas de una cultura autentica y diferente a las demás. Hay un divorcio entre Estado y sociedad, el ministerio de cultura no fue creado para corruptelas con mucho swing.
Lo que sucede en Europa es un mal ejemplo, el coronavirus les cayó como anillo al dedo cuando no sabían cómo controlar la migración ilegal de miles de africanos que llegaban todas las semanas en precarias embarcaciones, con el saldo doloroso de cientos de muertos. Viajaban alentados por el vacío que deja el déficit demográfico causado por el aborto y la peste se convirtió para los europeos, impotentes ante la invasión, en la muralla que estaban reclamando.