Podemos suponer, sospechar, adivinar, temer y algunos hasta festejar que esté rayadito, pero no, no es así, está más lúcido que nunca, sabe perfectamente los que piensa, lo que hace y lo que dice, aunque no necesariamente exista coincidencia entre las tres.
Tampoco es otro exabrupto como acordarse de la madre de Mario Vargas Llosa, bailar samba en la televisión a los 80 años sabiendo que tiene dos pies izquierdos, ni confundir la ONP con la ONPE.
No entiende que con los terroristas no se negocia, salvo que de por medio exista algún negocio escondido en un plano más inmediato que la catástrofe de otro gobierno socialista más radical que en los últimos años.
¿Y qué pueden tener en común Castillo y De Soto además de querer ganar las elecciones?
Algunos partidos sospechosos de tener vínculos con Odebrecht, se quedaron en la primera vuelta, como el del trencito que le tocó representar.
Del financiamiento de los partidos de izquierda y algunos topos de derecha hay tanta evidencia, que podría editarse toda una colección. La intromisión de países como Venezuela y Brasil fue evidente en un pasado cercano.
El hijo de Rosa Polar Ugarteche y Alberto Soto de la Jara se ha convertido en blanco de los más duros comentarios de personas que no encuentran explicación para su insospechado acercamiento con el candidato marxista, leninista, maoísta, cedronista.
La alianza contranatura está desesperada por lavar la cara al candidato rojo extremo que se ganó la etiqueta cantando himnos senderistas y llevando en sus filas a varios ex sentenciados por terrorismo, de Sendero Luminoso y del MRTA, Movimiento Revolucionario Túpac Amaru, que el jurado electoral dejó pasar.
Ni remotamente pretendo saber más de números que el prominente economista que se habrá dado cuenta, supongo, que en la segunda vuelta no habrá siete millones de electores ausentes, como en la primera, que van a voltear el resultado, aunque alrededor de Castillo se alineen todos los aficionados a bailar la samba.