Nadie puede dejar de asombrarse cuando en Chan Chan, al pie de esas enormes murallas, se da cuenta que hace muchos años, entre el 600 y 700 de la era cristiana, hubo una civilización capaz de construir un conjunto de palacios y templos solo con barro, madera y el sentido artístico que asoma en sus paredes en forma de diversas figuras, algunas geométricas y otras representando principalmente personas, guerreros, aves y peces, en escenas que se repiten adornadas de llamativos colores, en ambientes donde celebraron ceremonias de enorme misterio.
Chan Chan es la ciudad de barro más grande del continente americano y tal vez del mundo, construida y habitada por los chimúes. Nueve ciudadelas protegidas por grandes muros de adobe forman el complejo arqueológico ubicado muy cerca a Trujillo, camino al balneario de Huanchaco.
Es una maravilla arquitectónica con características que demuestran el despliegue de una bien ejecutada planificación, diseño con áreas muy claramente definidas para tareas administrativas, depósitos, rampas, espacios para actividades sociales, pozos de agua, viviendas y explanadas. El nombre responde al de su primer gobernante y significa Sol Sol, quien fue seguido por una decena de soberanos que gobernaron la región hasta la llegada de los incas.
La primera vez fui como parte de un grupo de excursionistas escolares y después he ido varias veces, siempre insuficientes para recorrer todos los ambientes y cada vez se incorporan otros nuevos que los arqueólogos rescatan de a poco, en una tarea de titanes.
En los primeros años de la conquista entregaban en una suerte de concesión el saqueo de sus riquezas, pero no alcanzaron a destruir la inmensidad de lo que fue una gran ciudad habitada por los gobernantes de un imperio en la costa norte del Perú.
No puedes estar en Trujillo sin visitar Chan Chan.
