Arturo Salazar Larraín fue uno de los varios periodistas brillantes que tuvo el desaparecido diario ”La Prensa”, tal vez el mejor que hubo en la época de los diarios en el Perú. No pudo sobrevivir luego del desastre en que quedó convertido cuando fue devuelto a sus dueños, al término de la dictadura militar y Don Arturo tuvo que asumir su dirección.
De cabello crespo, blanco como la nieve y corbata negra, de un luto eterno que daba testimonio de un gran dolor que llevaba en el alma, lo pude conocer a principios de los años 70, cuando enseñaba en el Instituto Jaime Bausate y Meza, en el Jirón Huancavelica, en el centro de Lima, en la sede de la Asociación Nacional de Periodistas, antes de ser tomada por seguidores de la dictadura.
Se graduó de abogado con una tesis que mereció el premio nacional de cultura y entre sus maestros tuvo a Jorge Basadre y Raúl Porras Barrenechea. Fue congresista entre los años 1995 y el 2000,
El socialismo castrense decía Salazar cuando se refería al gobierno de Velasco Alvarado. Los profesores, mayoritariamente eran periodistas en ejercicio de los diarios “La Prensa” y “El comercio”, hasta que en algún momento se produjo un cambio brusco en la directiva de la ANP y el Instituto también comenzó a ser dirigido por seguidores de la dictadura.
Cambiaron la plana docente y apenas pude gozar dos años de las enseñanzas de Don Arturo, suficientes para darme cuenta de lo que estaba pasando y opté por retirarme también, para aprender algo de periodismo de manera diferente, en la cancha.
Lo más valioso de sus clases no estaba en el contenido curricular que le encargaban y se podía encontrar en los libros. El valor de un buen maestro está en las frases, los consejos, la experiencia, el análisis, la crítica y el comentario que le podíamos arrancar en un diálogo que de manera didáctica usó para transmitir conocimiento.
Fue deportado con varios otros periodistas a Argentina. A los de la izquierda no les gusta tener oposición, les incomoda las críticas, no admiten que les contradigan cuando están en el poder, nunca se equivocan.
Fue teniente alcalde de Lima, concejal y dos veces presidente de la Federación de Periodistas del Perú. Publicó cuatro valiosos libros sobre la dictadura y la dignidad de las mujeres, entre otros. Era profundamente cristiano. Falleció en junio, hace casi un año.