Con qué autoridad el gobierno de transición se atrevió a emprender reformas en el ministerio del Interior, donde pasó rápidamente al retiro a una veintena de generales de la policía o en el de Educación con la abusiva imposición de la ideología de género y hasta pretendieron una reforma de los institutos armados que fue detenida a tiempo en el de Defensa.
El Partido Morado de Julio Guzmán y Francisco Sagasti, computadas más del 90% de las mesas electorales, consigue poco más de 2.2 % de los votos y es probable que no pase la valla electoral.
Y todo lo que han venido haciendo con la soberbia propia de políticos improvisados, contó con el respaldo de Somos Perú, de Daniel Salaverry, que de ninguna manera pasará la valla electoral con 1.6 % de los votos.
Juntos representan a una ridícula minoría promotora de la ideología de género impuesta en todo el aparato del Estado. Cientos de moraditos pasaron a reemplazar la casta dorada de las planillas del Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo, PNUD y pretenderán seguir ahí todo el tiempo que la nueva administración permita.
Ese fue el botín que persiguieron los cabecillas de la algarada que defenestró a Merino y que en gran parte son los mismos que vienen siendo favorecidos con partidas millonarias de diferentes ministerios, para sus respectivas organizaciones no gubernamentales, que así identifican a las oficinas dedicadas a promover el aborto, matrimonio homosexual, legalización del consumo de drogas y destrucción de la familia.
Ahí están los resultados de la votación del pueblo, que tantas veces le ha dicho al gobierno, en todos los idiomas, que rechaza la ideología de género promovida con el apoyo de los medios de comunicación, igualmente adictos al presupuesto del Estado.
Por eso el apuro de moraditos entusiastas en querer aprobar leyes como de la identidad de género, para que algunos hombres consigan DNI con sexo de mujer y mujeres con DNI de varones.
La nueva administración tendrá que revisar hasta el último rincón de las oficinas públicas donde encontrará escondido más de un moradito o una lagartija bailarina con el rabo entre las piernas.