Es una de las voces que, durante décadas, hemos escuchado con más frecuencia en documentales y comerciales de radio y televisión, de pronunciación impecable, dicción correcta, entonación exacta y timbre grave y potente, con un sonido educado, de locutor profesional.
Conocí a Antonio Boza hace cuarenta años cuando era toda una figura de la locución, en importantes emisoras de radio y los pocos canales de televisión que había en ese tiempo. Su calidad profesional venció prejuicios raciales y llamaba la atención por ser uno de los pocos personajes de tez morena que aparecía en pantalla presentando noticias, en esos tiempos.
La seriedad y solemnidad que impone en la conducción de reuniones públicas lo hicieron el maestro de ceremonias ideal en algunos eventos como premiaciones, graduaciones, fórums, congresos, inauguraciones y clausuras.
Trabajamos algunos años juntos en Lima y alguna vez nos encontramos en Tacna cuando acompañó a un hijo en tránsito a Santiago de Chile a donde fue a estudiar ingeniería de sonido, una de las especialidades poco desarrolladas aún en el Perú.
A ese nivel llega el profesionalismo de Antonio con quien luego nos volvimos a encontrar en ATV, en la producción de programas de Alfonso Baella Tuesta junto con Arturo Pomar y en los documentales de Vlado Radovic , con Edmundo Samanez.
Tiene el chip de la seriedad, pero se sacude de todo formalismo cuando el colega y amigo Rómulo Flores Campana viene desde los Estados Unidos y nos convoca a conversar en algunos de los lugares que ayer compartimos, para estar juntos, conversar y recordar las anécdotas y experiencias vividas.
Las últimas veces que he marcado su número de teléfono, el único que tengo, no me contesta, quiero creer que tal vez cambió de celular pero confío esté bien de salud. Le he enviado mensajes a su correo y Facebook.