EL CASTILLO UNANUE

Son tantos los trucos y embustes que muestra la televisión sobre el tema que me hacen rechazar cualquier posibilidad de aceptar la existencia de fenómenos para normales, pero mi cuñada me contó esta historia con tal emoción que terminó por convencerme de su veracidad.

Atraída por relatos fantásticos viajó con un grupo de fotógrafos amigos a visitar el Castillo Unanue, en el kilómetro 146 de la carretera Panamericana Sur, cerca de Cañete.

La curiosidad arquitectónica data de 1840 cuando el dueño de estas tierras era Don José Unanue de la Cuba, hijo de Don Hipólito (precursor de la independencia y fundador de la primera escuela de medicina) demoró más de 50 años en terminar la construcción.

Tuvieron que traer materiales de Europa para complacer los gustos exquisitos de su propietario, quien consideró un área subterránea destinada, dicen, a celdas para los esclavos rebeldes.

Tal vez por ese detalle que con los años cumplió el rol de cárcel para los delincuentes en la primera prisión de la provincia.

Mi cuñada Lupe me cuenta que no quiso visitar las galerías del subsuelo debido a que desde que pisó el castillo sintió aprensión, temor, angustia y mientras sus amigos se fueron todos a conocer las celdas de castigo, ella se dedicó a tomar fotos de los distintos ambientes del palacio.

Ahí es que toma esa foto de un piso parcialmente destruido y no se percata de esa figura que sale de un hueco y que semeja, teme, a un pequeño fantasma.

Fue en el viaje de regreso que revisando sus tomas se da cuenta de algo que no fue visible para el ojo humano pero que su cámara captó para reunirnos en esta historia.

Lupe Chávarri acostumbra viajar a todas partes para recoger fotografías que me confía graciosamente para ilustrar este espacio y el portal Franciscougarteche.news.