Matrioshkas son esas muñecas rusas que contienen otra de menor tamaño y así hasta que llegas a una muy pequeñita. Cada una de esas muñecas puede contener varias, hechas en la tierra de Putín, siguiendo una tradición que se remonta a fines de 1800.
Algunos sostienen que tienen un origen japonés, aunque los rusos han tenido siempre esa costumbre de esconder por ejemplo un huevo de chocolate, dentro de otro huevo u otros artículos como piezas de porcelana o joyas de oro.
Todas lucen dibujos de mujeres, generalmente de pelo rubio, flores multicolores y últimamente motivos religiosos, después de la caída del Muro de Berlín y del fracaso mundial del comunismo.
Vasili se llamó el tallador de las primeras muñecas que inicialmente eran de madera y después se comenzaron a fabricar a gran escala con todo tipo de materiales.
Viajar a Rusia significa casi obligatoriamente traer estas muñecas que son el principal recuerdo de los visitantes del Kremlin.
Los que vienen al Perú, en cambio, llevan entre sus recuerdos algunas imitaciones de huacos prehispánicos que se convierten en dolor de cabeza para los aduaneros a los que cuesta diferenciar de los auténticos.
Va a tener que pasar mucho tiempo para que tengamos nuevas matrioskas y sospecho que antes llegarán algunos lotes de vacunas rusas, que nadie anuncia pero se están aplicando masivamente en Argentina.