No era «pastrulo», Gastulo era su apellido y la confusión de Lizbeth, una inquieta y voluntariosa practicante, convirtió en chiste un momento de crisis originado por un fallo en los equipos que impedía transmitir la señal de la radio.
Guillermo le encargó llamar al técnico Gastulo, que es el que conoce la manera de salir de estos inconvenientes, para que resuelva cuanto antes el problema que tenía preocupados a todos.
– Aló, buenas tardes ¿estará el técnico “pastrulo”?.
– ¿cuál de ellos? respondió gracioso el otro lado.
El teléfono estaba en un ambiente compartido por varios hermanos que escucharon la palabra que identifica a los adictos, narcodependientes de pasta básica de cocaína. La risa y el chiste se extendió por toda la emisora y se comentó por varios días.
El buen Gastulo, que de narco no tiene nada, llegó rápidamente, como solía hacer siempre, diligente y con muy buena disposición para ayudar allí donde más lo necesitan. Arregló la falla en pocos minutos y el tema quedó como una anécdota más de las muchas que suceden en la emisora.
No supe más de Gastulo y de la entusiasta Lizbeth, que me temo tomaron diferentes rumbos en el camino que cada uno se traza en esta vida.
Recordar el incidente, por si acaso, no tiene ningún ánimo de burla sino de festejar una gracia de las muchas que ocurren en medio del apuro de una actividad que no admite interrupciones y en la que cuenta cada segundo de comunicación con un público numeroso y diverso.
Las fallas técnicas poco frecuentes, responden principalmente a alteraciones del sistema eléctrico, corte intempestivo del fluido o saltos en las computadoras que administran todo el sistema.
El concurso de ingenieros y técnicos expertos en asuntos de radio y televisión ayudaron al crecimiento de la más grande cadena de emisoras de radio cristianas del país y una cadena de tv que estaba en franco proceso de expansión.