Magdala o La Torre de los Peces o La torre de los Tintores, es el nombre de la ciudad donde nació María Magdalena, la primera discípula de Jesús, a orillas del lago Genesaret, conocido también como el mar de Galilea, que como el mar rojo, abrió sus aguas para que los israelitas pudieran pasar a pie.
Conocimos la versión que fue una adúltera salvada por Jesús de ser asesinada por una turba “aquel de ustedes que esté libre de culpa que tire la primera piedra” y otras fuentes la señalan como la mujer pudiente que alojó al Mesías y sus discípulos mientras estuvo en Galilea, “rompió esquemas” en su tiempo.
Coinciden en que de ella fueron extraídos siete demonios. Los evangelios la sitúan junto a la madre de Jesús en el momento de la crucifixión, en la sepultura y como la primera que pudo verlo en la resurrección.
Según la interpretación de algunas iglesias, María Magdalena fue muy cercana al Salvador y la consideran entre sus principales seguidores.
Jesús subió a los cielos y María Magdalena viajó a Roma a predicar el evangelio y en presencia de Tiberio, con un huevo de gallina en una mano exclamó “Cristo ha resucitado” y el emperador estalló en carcajada y dudó de la resurrección, manifestó que eso era algo tan probable como que el huevo que tenía en su mano fuera de color rojo, pero antes de terminar la frase burlona el huevo de gallina se había teñido de un intenso color rojo.
La historia de los huevos de pascua varía según el país, la cultura, la religión, pero se ha convertido en costumbre universal que permite disfrutar el dulce sabor del chocolate, hace honor a la vida y la fertilidad y para los cristianos el recuerdo de la resurrección de Jesús y la esperanza de una nueva vida.
María Magdalena es santa para católicos, ortodoxos y anglicanos, el Papa Juan Pablo II se refirió a ella como apóstol de los apóstoles y el 10 de junio del 2016, con el Papa Francisco, la Congregación para el Culto Divino de los Sacramentos consagra la fiesta de María Magdalena el 22 de julio en el calendario romano general.