Hemos retrocedido cinco lugares en menos de un año, en el ranking mundial de libertad prensa que anualmente prepara Reporteros sin Fronteras, la ONG francesa dedicada a defender la libertad de prensa en el mundo y a los periodistas perseguidos por su actividad profesional.
El año pasado ocupábamos el lugar 85 y hemos pasado al puesto 90 de 180 países considerados en esta medición mundial. Y así como un médico para atender a un paciente comienza por conocer su temperatura y presión arterial, para medir la libertad de prensa consideran el pluralismo, independencia de los medios de comunicación, calidad del marco legal y seguridad de los periodistas.
El pluralismo contempla y asegura igualdad de condiciones para expresar los puntos de vista de distintos sectores, diferentes maneras de pensar, variados intereses económicos, políticos y sociales. El pluralismo se ha ido perdiendo por interpretaciones modernas del trabajo periodístico.
La independencia de los medios tiene que ver con la posibilidad de existir sin estar sujetos a factores económicos que pudiesen condicionar sus líneas editoriales. En nuestro país existe una gran concentración de los ingresos y de la propiedad de los medios, sobre todo de prensa escrita y en línea. El grupo de El Comercio domina una buena parte del mercado nacional (prensa y televisión) y posee un peso económico inigualable en la industria mediática según Reporteros sin Fronteras.
La calidad del marco legal considera entre otros factores lo que señalan las leyes del país respecto a la injuria, calumnia y difamación. Existe un control minucioso de los casos judiciales abiertos contra hombres de prensa y sus sentencias. Las leyes contra la difamación son una de las principales amenazas para la libertad de prensa, pues son un medio para intimidar a los periodistas; son numerosos los procesos legales sobre todo en las regiones más aisladas del país.
Y la seguridad de los periodistas se mide con estadísticas sobre agresiones, ataques, intimidaciones, acoso, secuestros, encarcelamientos arbitrarios y amenazas. Los periodistas no deben ser objeto de coerción o manipulación política o económica. Los periodistas pueden sufrir represalias –en ocasiones severas– cuando abordan temas como conflictos sociales y medioambientales, o si denuncian casos de corrupción o infiltración del narcotráfico en el engranaje de los órganos del Estado.
En lugar de mejorar, cada día estamos peor en temas de libertad de prensa.(30-09-20)