Lagartos y lagartijas son parte de la rica fauna nacional, maltratada últimamente por culpa de personajes políticos involucrados en graves delitos y sus defensores que por culpa de una vacuna perdieron el sentido del humor y se convirtieron en brujas renegonas.
Los lagartos son sub orden de los reptiles, que como su nombre lo indica reptan, se arrastran, deslizan su cuerpo por el suelo a veces sin usar sus extremidades, son vertebrados y están cubiertos por una piel de escamas que como en el caso del camaleón, cambia de colores según la estación.
Los lagartos pueden vivir bajo tierra, en la superficie o sobre plantas y árboles, allí donde se sienten más seguros y mejor si es lejos de la mirada de otras especies y cámaras de televisión.
Muchos de los lagartos son carnívoros, se alimentan del cuerpo de otros animales, aunque no es extraño lo hagan también de individuos de su misma especie, son caníbales.
El dragón de Komodo es el lagarto más grande del mundo, de dos a tres metros de largo y aunque suele alimentarse de carroña también caza y tiende emboscadas a sus eventuales presas.
Su proceso de reproducción comienza con el apareamiento entre los meses de julio y agosto, para proseguir con la puesta de huevos en setiembre y éstos hagan eclosión siete meses después. Pueden vivir hasta 50 años.
Las lagartijas, en cambio, son la variedad más pequeña y en el Perú abundan, existen cuando menos hasta siete tipos de lagartijas, algunas acostumbradas a transitar las orillas del mar, desde Tacna hasta Tumbes, pasando por La Punta en El Callao. Otras viven en la sierra y las hay también, de variados colores en la selva.
Existen lagartijas venenosas, sumamente peligrosas y otras en cambio se convierten en delicioso plato de la gastronomía, como es el caso de “los cañanes”, que son reptiles que viven dentro de los algarrobos y acostumbran aparecer en el menú en La Libertad, Lambayeque y Piura, en sopas, sudados, ceviches y tortillas.