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sábado, noviembre 23, 2024

CAVIARES Y ULTRAS

Existen tantas variantes en la izquierda como izquierdistas admiten públicamente el desliz, pero con fines de ayuda metodológica diremos que son dos grandes grupos, caviares y ultras, dos caras de una misma moneda.

Los caviares visten elegantes, tienen camioneta 4×4, veranean en Eicha, frecuentan comedores de cinco tenedores y viajan al exterior cuando menos una vez al año. Jureles son su versión económica, piensan y actúan igual, pero son misios y solo alcanzan ciertos disfrutes cuando consiguen un cargo público.

Los ultras andan con zapatillas y jeans, usan el metro y tren eléctrico, veranean en Ventanilla y el río Rímac, frecuentan comedores populares y ollas comunes y viajan a la sierra cuando menos una vez al año.

Ambos se autodefinen progresistas, pero razonan con un chip centenario recogido del baúl de los fracasos, se proclaman defensores de los derechos humanos y del aborto (¿?) también del matrimonio homosexual, aunque algunos ultras prefieren asesinarlos.

Algo que los unió por momentos fue la defensa de Vizcarra, hasta que Richard Swing y las vacunas VIP les sacudió. Ninguno defendió al lagarto, marcharon por la democracia.

Ahora vuelven a unirse en torno a la vacuna, comparten la tesis de Sagasti que no quiere que los ricos de 80 soles se vacunen. Los caviares son ultras asintomáticos, rechazan a Hugo Chávez y Nicolás Maduro, les incomoda la violencia verbal y reniegan de la lucha armada como de la propiedad privada –que no sea suya- pregonan que el Estrado debe ser dueño de los medios de producción y se oponen al capital y su importancia en el desarrollo de los pueblos.

Ahora están repartidos en varias listas de candidatos. El gran problema de la izquierda, como siempre, es que no es unida y siempre resulta vencida.

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